sábado, 22 de junio de 2013

Esto sí que es pan con pan: Tarta de tres chocolates pintada con tres chocolates.


 El domingo pasado, cuando planté esta tarta en medio de la mesa, escuche por detrás de mí: “Posiblemente sea la tarta más bonita que has hecho”. Es verdad que lo dijo la madre del retratado, pero no es menos cierto que combinar sencillez y cariño da muy buenos resultados. De hecho, hice un intento de decorar el lateral de la tarta, pero me pareció que cualquier cosa que restara atención a la cara de mi encantador novio la estropearía. La llevé a la mesa un poco tensa, sin cantar el cumpleaños feliz, ya que con él me hacía especial ilusión acertar. Menos mal que ese primer comentario me ayudó a relajarme, pero sin duda fue su sonrisa tímida, con la cara colorada, la que me hizo estar convencida de que lo había vuelto a conseguir. Estaba intimidado. Me encanta conseguir sorprenderle después de tantos años juntos.

En este caso empecé la casa por el tejado, ya que hacía tiempo que quería probar la técnica de pintado con chocolate. Su cumpleaños me pareció una buena ocasión y el resultado muy satisfactorio. Ahora me veo capaz de pintar no sólo retratos, sino casi cualquier cosa y me encanta, porque eso me ayuda en mi objetivo de unir decoración con sabor. Precisamente con este fin, decidí que la casa para ese tejado sería una tarta de tres chocolates. Tenía ganas de encontrar una receta de tarta de tres chocolates porque sé que es muy popular, pero hasta ahora todas las que había probado me dejaban indiferente. Casualidades de la vida, a mi empresa llegó una becaría muy simpática, Helena, que al finalizar sus prácticas trajo esta tarta hecha por su madre. ¡Qué buena estaba! Cada capa tenía el sabor que correspondía a su color (parece una tontería, pero no es tan habitual), la consistencia que me gusta y la base de galleta en su punto. Me hubiese gustado que la receta no fuese tan perfecta, para adaptarla y atribuirme algo de mérito, pero no fue el caso.

Volviendo a la decoración, para esta técnica no hace falta adulterar nada el chocolate, solo derretirlo y pintar con él introducido en una manga pastelera. El proceso empieza en el ordenador. Seleccionamos una foto que nos guste, la pasamos a blanco y negro con contraste fuerte y la imprimimos en espejo, ya que sobre la tarta la colocaremos del revés de modo que recuperará su orientación original. Colocamos la foto sobre una superficie estable y sobre ella un papel de acetato (es el que se utiliza para imprimir transparencias). Ya podemos empezar a pintar. Comenzamos con el color que tienen los detalles más pequeños, que en este caso es el oscuro. Luego aplicamos el chocolate con leche, y finalmente vertemos el chocolate blanco sobre los otros dos, cubriéndolo todo con una capa que tenga rigidez suficiente tras el secado. Una vez duro, le damos la vuelta, lo colocamos sobre la tarta y retiramos el acetato. Ya tenemos nuestro retrato.

Espero que os haya gustado a todos esta tarta, pero sobre todo espero que haya sido especial para el chico que más quiero.


lunes, 10 de junio de 2013

Tener estrella o estrellarse: Tarta de mus de chocolate

Lo que suele pasar el día que asalto el supermercado con ansias irrefrenables de cho-co-la-teeeeee es que me estrello. Me doy de bruces con la triste realidad. Las galletas, pastelitos, pasteles y demás prefabricado no saben a chocolate. Busco entre los estantes, con la mirada perdida, respiración profunda y andares de Godzilla, mientras las dependientas asoman la cabeza desde el otro lado y huyen despavoridas. Al no encontrar nada que me satisfaga plenamente, voy abrazando cada vez más paquetitos, claramente pequeños para el tamaño de mi gula. Voy abriendo el primero de camino a la caja. Hinco las uñas, los dedos, la mano entera en un plum cake de chocolate antes de llegar al coche (normalmente se cortaría finamente con un cuchillo mientras se sirve el té) y engullo un trozo evidentemente grande. Lejos de calmarme, me veo forzada a comer más y más en busca del sabor verdadero, pasando de una cosa a otra y lo único que consigo es acabar empachada y con un sentimiento de culpa terrible.

Las cosas acaban de una manera muy diferente cuando acudo al paraíso de lo casero. En ese caso el resultado suele ser que me elevo en espiral hasta las estrellas y rechupeteo la cuchara sentada sobre la luna menguante. Eso mismo espero que experimentara Juankhar, un apasionado de las constelaciones al que retraté con mazapán y puse sobre una de mis tartas estrella. Es especial para los amantes del chocolate, porque prácticamente no lleva otra cosa y en ella su sabor brilla cual supernova en toda intensidad.

El concepto en sí es muy sencillo. Una potente y abundante capa de mus de chocolate vertida sobre bizcocho aterciopelado de chocolate con un sutil aroma de café expreso. Lo que le ponga alrededor es secundario. A mi me gusta el aspecto tradicional que le da la decoración de nueces, pero para los alérgicos a los frutos secos hay opciones más modernas, como bolitas de cereales con chocolate o confeti de chocolate.

¿Quién se atreve a elevarse hasta el espacio utilizando como lanzadera un bocado de esta tarta?


martes, 4 de junio de 2013

Más que una tarta, una falla: Café, chocolate y bizcocho regado con un rico cóctel



¿Qué hacer cuando te encargan una tarta para una despedida de soltero y no quieres acabar haciendo una horterada? Pues si es de chicos no hacerla cursi, porque se mirarían todos avergonzados y fingirían que les ha gustado. Y de volver a confiar en ti para que les hagas otra ni hablar. Además, en una despedida toca más reírse que ponerse sentimentales. Si añadimos que el novio en cuestión es el primero que se casa del grupo y la tarta te la han pedido sus amigos, está claro que van a querer que la novia aparezca como la malvada que ha atrapado al ingenuo chaval (aunque la adoren). Y si haces que ellos (los amigos), aparezcan como los héroes que tienen que rescatar al pipiolín, el éxito está asegurado. Al menos visualmente, porque a estos amigos les gusta comer de verdad.

Aunque por la foto no lo parezca, todo es comestible en esta tarta. Utilicé varias técnicas para decorarla siguiendo la única premisa que me habían dado: Que él aparezca como un preso. A partir de ahí me imaginé la tarta como una especie de Alcatraz, en la que todo lo que le impedía escapar de la prisión tenía que ver con la novia. Hice la cobertura de la tarta y el muñeco principal con mi versión de mazapán (ya que lo voy a manipular, no le pongo huevo). Casi todo el color lo hago tintando la mezcla con colorantes alimentarios, pero también di detalles a pincel. Hice unas cuantas galletas y las cubrí con impresiones comestibles (hace unos posts hablé de esto). La cara de la novia aparece en la bola que atrapa el pie del preso, en los tiburones que rodean la tarta y los guardias que le custodian. También hice otra galleta con forma de barco pirata, cuyos tripulantes son los amigos que pretenden llevarse al novio. Menos mal que hasta la novia se rió del chiste, porque es una buena amiga mía.

Para el interior utilicé un clásico que nunca me falla. Bizcocho de vainilla, crema de chocolate y mus de moca, regado con lugumba. Aunque visualmente el corte queda mejor con un bizcocho de chocolate, la combinación perfecta de sabores para mi es esta sin duda. Aun así, como hice muchas capas de poco grosor cada una, el corte quedó muy vistoso. Tanto que no dio tiempo a hacer muchas fotos porque decía "¡cómeme!", y me consta que así lo hicieron.